La llegada de la primavera, a finales de marzo, no siempre es sinónimo de buen tiempo, al menos no durante las 24 horas del día. Depende de muchos factores: el cambio climático, la tendencia anual, el clima de nuestra región… Si algo distingue a la primavera es que puede ser muy cambiante y, por lo tanto, recordarnos al invierno por la mañana y al verano al acabar la tarde.
Esta situación de cambios bruscos de temperatura puede afectar al correcto funcionamiento de nuestros smartphones, por eso deberemos estar muy atentos a los condicionantes meteorológicos para mantenerlos en perfecto estado.
En este sentido, SPC, compañía tecnológica española especializada en el desarrollo de productos de electrónica de consumo, recoge una serie de consejos llamados a preservar la salud de nuestros smartphones a fin de que funcionen a la perfección con independencia de la temperatura exterior.
Ponlo a salvo del frío y la lluvia
Los móviles no se llevan bien con las temperaturas extremas. A pesar de la llegada de la primavera, hay zonas y momentos del día en que el frío todavía es protagonista. Si hablamos de la lluvia, en esta estación suele estar también muy presente. En ambos casos, los elementos más afectados son la batería y la pantalla. La primera, porque su rango de uso recomendado se suele situar entre los 10ºC y los 30ºC, y la segunda, porque la exposición de la pantalla a estas condiciones climatológicas adversas puede provocar que responda peor a nuestras órdenes.
Si prevemos que la temperatura exterior va a ser particularmente baja, o la lluvia arrecia, lo mejor es utilizar el teléfono en función de manos libres, teniéndolo dentro de una carcasa que lo aísle del exterior o en un bolsillo a resguardo. Por supuesto, hay que evitar recargarlo bajo esas condiciones, dado que la batería sufriría, al estar su temperatura por debajo de su rango aconsejado de uso.
También la humedad extrema, ya sea sobre la pantalla o condensada en la carcasa del dispositivo, puede generar averías o fallos en el sistema, por lo que hay que evitar esas situaciones en todo momento.
Evita el calor y la incidencia directa del sol
Otro de los grandes enemigos de los smartphones es, precisamente, la situación contraria: el calor. Hemos de evitar dejar el teléfono a la intemperie en aquellos momentos en los que la temperatura alcance valores muy altos. Debemos también procurar evitar la incidencia directa del sol sobre nuestro dispositivo, algo que puede ocurrir cuando lo colocamos en el salpicadero del coche o sobre una mesa al aire libre, por ejemplo.
Esta situación se puede agravar si equipamos nuestro teléfono con una funda demasiado gruesa, o cuando sea de un compuesto que impida la disipación del calor a través de la carcasa metálica del dispositivo. Es por ello por lo que resulta recomendable contar con una funda más fina en verano que evite estas situaciones.
Úsalo sin que esté conectado a la corriente y libéralo de aplicaciones activas
Un smartphone en plena carga es, por definición, una fuente de calor más que, si se suma a una temperatura ambiente alta y a un uso intensivo, puede desembocar en ralentizaciones del sistema. Si vivimos una primavera calurosa, es recomendable dejar de utilizar el teléfono móvil mientras lo recargamos, así como evitar tener multitud de apps abiertas, que consumen recursos del sistema y aceleran los procesos, con el consiguiente aumento de la temperatura interna del terminal.
Por supuesto, una buena conexión de datos móviles, por redes 4G o por WiFi, libera al dispositivo de buscar siempre la mejor conectividad. Si no fuera así, la búsqueda de redes mejores drenará la batería, de la misma manera que aumentará su temperatura interna.
Mantenlo siempre en su umbral de temperatura
Si, por el motivo que sea, no hemos logrado que nuestro smartphone trabaje a una temperatura normal, y lo notamos más caliente de la cuenta, lo mejor será apagarlo durante unos minutos, bajar el brillo de la pantalla o desactivar funciones (el Bluetooth, por ejemplo) para lograr que se enfríe de manera natural. Evitemos, no obstante, una bajada radical colocándolo en una fuente de frío (como sobre una nevera, por ejemplo), ya que los dispositivos electrónicos gestionan mal los cambios tan bruscos de temperatura.