Sin un excelente Líder (que no jefe) y un extraordinario Equipo no hay nada que hacer en ningún tipo de negocio hoy día independientemente de su tamaño o sector.
La enorme ayuda que nos brinda la tecnología nos puede empujar a mejorar por supuesto la productividad, pero no se puede digitalizar el desastre o el caos si antes no diseñamos a través de las personas una organización eficiente.
Un buen líder es una garantía de éxito en cualquier empresa ya que este acabará rodeándose de un buen equipo.
Por otro lado, sin un buen equipo cualquier misión será imposible para el líder, por lo tanto, nos encontramos con que ambas partes son imprescindibles para el éxito.
Es cierto que sin clientes una empresa no existe, pero para captar clientes y mantenerlos hace falta una empresa que practique la excelencia y eso solo se logra con un gran líder y un equipo muy preparado.
La famosa gestión del talento es precisamente conseguir un equipo mejor que el de nuestros competidores a través de un líder que también sea capaz de hacer de pegamento con ese equipo para que prevalezca lo colectivo y el bien general.
Los valores, la visión, misión y estrategia deben estar en la médula de cada miembro de la organización y deben interiorizarse y grabarse a fuego para no despistarse.
El líder excelente debe conseguir que todos sin excepción se comprometan a través de un propósito que dé sentido al esfuerzo que se requiere para satisfacer al cliente y a su vez debe construir una cultura corporativa potente sin fisuras.
Se necesita un equipo apasionado que le motive lo que está haciendo y que entienda que el valor que genera es lo mejor que puede sentir un profesional con futuro.
Un equipo que quiera aprender, que no tema al cambio y que esté dispuesto a ir asumiendo mayores responsabilidades y diferentes roles en un mundo con tanta incertidumbre.
El líder, como es lógico, fomentará las capacidades y recordará la razón de ser, la finalidad o propósito de la empresa para que todos sientan y comprendan la importante misión que tienen y lo motivante que es para todos.
Sin olvidar que otra dificultad añadida que tiene un líder actualmente es luchar contra los elementos negativos actuales de la sociedad que tanto daño pueden hacer a una empresa como la superficialidad de los jóvenes debido a las nuevas tecnologías, la impaciencia, la facilidad en las distracciones que llevan a la falta de concentración, la falta de reflexión serena para análisis más exactos y otros nuevos inconvenientes.
Un líder debe tener opinión propia y promover que su equipo también la tenga, pero esto requiere tiempo, curiosidad, observación y en definitiva paciencia, ya que la opinión se construye con la mezcla de aciertos y errores de los que nos nutrimos para mejorar y evolucionar.
Un líder y su equipo no pueden caer en la trampa de acelerar el vehículo con el freno de mano puesto y, por desgracia, esto ocurre en muchos negocios. Como decía el gran maestro Peter Drucker, el diablo está en los detalles y cada empresa debe llevar su ritmo, que estará muy determinado por el mercado en el que se mueva y el ritmo que puedan llevar sus clientes para acompañarlos y generarles el máximo valor que les convenza.
Un líder debe rebosar humanidad y estar cerca de los suyos en esta era de tanta tecnología y falta de relaciones cara a cara y como decía Baltasar Gracián: por grande que sea el puesto ha de mostrar que es mayor la persona.
La capacidad para comprender y captar nuevo conocimiento tanto del líder como de su equipo es imprescindible trabajarlo al máximo posible, ya que esto los llevará sin ninguna duda a la estabilidad y al éxito.
El gran emperador romano Marco Aurelio, en su libro titulado 'Meditaciones', nos dejó entre otras joyas una como esta: terrible es que la ignorancia y la presunción puedan más que la sabiduría. Es un buen aviso para navegantes, o sea para líderes.
En cada empresa debería haber un cartel colgado que nos recordara cada día a todos que conseguiremos aquello hacia lo que nos impulsamos, por eso el líder debe enseñar y exigir que las prioridades y el centro de la diana de los objetivos es sagrado.
El líder y su equipo también deben saber que el valor de cada uno de nosotros equivale al de los objetivos que nos hemos marcado.
Me despido deseando mucha suerte, porque la van a necesitar, a aquellas empresas que no han elegido al líder y al equipo necesario y muchos éxitos a los que han cuidado esta fórmula, que seguro que los alcanzarán.
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La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda.
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Se precisa una transformación del saber hacer por el saber ser.
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Todo el mundo abre paso a los que saben hacia donde se dirigen.
Por José Carrasco, fundador de Fersay Electrónica y de Azelera Formación.